Con frecuencia dedicamos toda nuestra atención al lugar que consideramos nuestra verdadera casa. Si estamos pensando en una reforma, en actualizar el mobiliario del salón o en darle otro aire a nuestra cocina, seguramente lo que tenemos en mente es nuestra primera residencia. Al fin y al cabo, es en ella en la que pasaremos más tiempo, así que lo lógico es que destinemos a ese espacio nuestro dinero, parte de nuestro tiempo libre y también nuestras ideas, las que hacen que ese lugar se convierta en “nuestro” espacio.

Sin embargo, eso no significa que no podamos hacer de una segunda residencia un lugar que consideremos igualmente parte de nosotros. Personalizar una casa vacacional, el apartamento que tenemos en una ciudad que visitamos con frecuencia o el piso en el que vivimos actualmente de alquiler mientras terminan las obras de nuestra verdadera casa es una opción que no necesariamente implica grandes desembolsos. Se trata de que sintamos ese lugar en el que vivimos, aunque sea temporalmente, como un espacio íntimo y confortable del que disfrutar cuando estemos en él, pero sin que ese objetivo conlleve una gran inversión. ¿Cómo lograrlo? Solo es necesario seguir estos sencillos consejos con los que hacer nuestra esa segunda residencia para sentirnos de verdad como en casa:

 

  • Menos puede ser más. Acabar metiendo en el piso de alquiler o en el de la playa los antiguos muebles que ocupaban alguna de las estancias de nuestra casa es bastante frecuente. Pero si en su día desechamos ese mobiliario, por algo sería. El problema es que podemos acabar improvisando un pequeño trastero en el salón o en los dormitorios de nuestra segunda casa por querer aprovechar algo que en realidad ya no queríamos. A no ser que esos muebles nos sigan gustando y encajen perfectamente en la segunda residencia, es preferible no recargar demasiado las estancias con cosas que no necesitamos.

 

 

  • Apóyate en el color. Personalizar cualquiera de las habitaciones de nuestra segunda residencia es mucho más sencillo si nos apoyamos en el color. A través de él podemos dar armonía a las distintas estancias, o romperla si es lo que buscamos. Es un apoyo imprescindible que tener presente en pequeños accesorios y objetos de decoración, pero sobre todo en el siguiente punto de esta lista: los textiles.

 

 

  • Los textiles, tus grandes aliados. Recuerda que unos cojines, la colcha de tu cama o un mantel en tonos vivos pueden cambiar por completo el ambiente del lugar. Y como decíamos, el color es aquí el hilo conductor. Si nos apoyamos en él en estos elementos, lograremos personalizar rápidamente la segunda residencia.

 

 

  • Lámparas de iluminación indirecta. Tener presente el juego que puede darnos la luz es otro elemento clave para dar nuestro toque personal. Y para ello contamos también con la iluminación indirecta, que proporciona un ambiente acogedor y confortable, enmarcando el espacio. Por eso es buena idea no olvidarse de las lámparas de iluminación indirecta, incluso en la terraza si disponemos de ella.

 

 

  • Elementos personales. Por último, no podemos olvidarnos de esos pequeños elementos que hacen de nuestra casa un hogar. Plantas, velas, cuadros, fotografías… Todos ellos hablan de nosotros, y al mismo tiempo proporcionan un toque muy personal que nos aleja de los espacios fríos e impersonales.

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